Geología de la región del Cerro Guanaquero, Río Diamante, Mendoza
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Resumen
El estudio realizado presenta nuevos datos sobre un sector poco conocido de la Cordillera Principal de Mendoza, en la alta cuenca del río Diamante en las adyacencias del cerro Guanaquero, y los primeros datos geocronológicos de sus rocas volcánicas. Las unidades geológicas presentes en el área se dividen en cuatro grupos principales: secuencias sedimentarias mesozoicas marinas y continentales intensamente plegadas y falladas; intrusivos y volcanitas intermedias de edad neógena; rocas volcánicas pliocenas a recientes de composición intermedia a básica, y depósitos cuaternarios inconsolidados. El cerro Guanaquero, un estratovolcán plio-cuaternario intensamente erosionado por glaciares pleistocenos, con sus 4.841 metros es el
rasgo orográfico más prominente. Está constituido esencialmente por andesitas grises porfíricas, piroxénicas a biotíticas. Intercaladas con las coladas andesíticas se presentan depósitos piroclásticos, aglomerados volcánicos, ignimbritas y basaltos.
La datación de una andesita por el método K-Ar en roca total arrojó una edad de 1,4 ± 0,1 Ma. La deformación ándica comenzó en forma de una faja plegada y corrida de piel fina, con pliegues por despegue en el sector occidental y por propagación
de falla en el oriental. La compresión al oeste de los 69º47´O terminó por invertir la fallas normales del rift mesozoico. A lo largo de este meridiano se encuentra la falla más importante de la región, la que se ha correlacionado con la falla Malargüe,
bien desarrollada en latitudes más australes. Esta falla limita la faja plegada y corrida del Aconcagua, de naturaleza epidérmica, y la faja plegada y corrida de Malargüe, controlada por la inversión tectónica del basamento. El volcanismo fue muy intenso en el Plioceno y el Cuaternario, correspondiendo a un período de empinamiento de la placa oceánica subducida, en el que
la región ha sido levantada pasivamente. La alta resistencia a la erosión de las volcanitas comparadas con las sedimentitas mesozoicas, sumado a la eficiencia erosiva de los glaciares pleistocenos, permitió la inversión del relieve. La tasa de erosión fue excepcional, alcanzando al menos 7 cm/100 años en el Cuaternario.
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